Descargar aquí: “ANÁLISIS COMPARATIVOS DE SISTEMAS DE PARTICIPACIÓN”
Tomás R. Villasante (Profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid, y miembro del CIMAS, Observatorio Internacional de Ciudadanía y Medioambiente sustentable)
“En mi opinión, toda democracia tiene
dentro de sí un elemento oligárquico. No es cierto que el conjunto del pueblo
es activo y participa en el proceso político, En cualquier parte por encima de
ese 5 por ciento, existe, pues un pequeño y restringido círculo que controla el
acceso al poder.” (R. Dahrendorf , 2002)
Este tipo de argumentos son el punto de
partida para la crítica a los sistemas de representación electoral vigentes,
basados en la delegación del voto y en una posibilidad de control cada cuatro
años de los gestores en quienes se confió la elección. Para completar (o en
algunos casos sustituir) este tipo de democracias que conocemos, es por lo que
se han lanzado en el mundo varias formas de otras democracias, llamadas
participativas, de base, radicales, alternativas, etc. Para no extenderme en
este texto, se pueden ver referencias de autores y enfoque críticos en la
bibliografía del final.
En América Latina desde el 1989 los
Presupuestos Participativos, desde Porto Alegre se han ido extendiendo por todo
el mundo, no solo por Europa o Africa sino hasta China, etc. Las distintas
formas de Planes Comunitarios, Agendas Locales 21, Planificaciones Integrales,
etc. han dado un gran impulso a las planificaciones participativas (y no solo
en España). En Kerala, la Campaña de Planificación Descentralizada desde 1996
ha sido un referente fundamental para todo el mundo de habla inglesa. Y más
recientemente la irrupción de los movimientos indignados en todo el mundo y las
referencias a las ciber-democracias no han hecho más que crecer. Vamos a ver
algunas de las preguntas y líneas de acción que se están poniendo en marcha
para este siglo.
En todo el mundo se abre un nuevo período
El ejemplo de nuestros Ayuntamientos puede
servirnos de referencia para comparar. Se trata de una democracia electoral que
se puede controlar cada cierto tiempo, pero el resultado es una muy mala imagen
de los políticos y de su gestión (es el tercer problema que más preocupa a los
encuestados en nuestro país) a pesar de hacer Reglamentos de Participación, y
recoger por internet sugerencias. Para superar esto se proponen Presupuestos
Participativos y Planes Comunitarios, por ejemplo, que recojan mejor las
“iniciativas de base”, que la gente pueda proponer y se la tenga en cuenta de
manera vinculante en alguna parte del presupuesto público. En Kerala
(India), con 32 millones de habitantes, esto se viene haciendo tanto si
gobierna un partido como otro, por lo que no solo se está hablando de
experiencias locales. Y en otras partes del mundo también se han iniciado
formas de participación de base, con métodos similares y vinculantes.
Pero lo más innovador es el 15 M, o sea que
“indignados” con la actual situación han propuesto esa “democracia real” que
aún está sin definir ni experimentar, pero que ya indica que esta que tenemos,
no “real”, sino que es más bien una “dictadura de los mercados”. Esta es una
idea-fuerza que puede ser el arranque de un nuevo proceso, más allá de la
transición del franquismo al sistema electoral vigente. ¿Quizás un proceso
instituyente nuevo como se propone desde estos movimientos? ¿Las nuevas
pantallas tecnológicas pueden contribuir a ir más allá de las formas cara a
cara de proponer, debatir, y tomar decisiones? Parece que hasta ahora no basta
con asambleas y con internet, sino que esa Idea-fuerza de una democracia más
real vaya tomando cuerpo y experiencias.
En todas las propuestas democráticas
participativas casi siempre se parte de las iniciativas de base y de las
asambleas como elementos clave de referencia. No es lo mismo entender estas
democracias solo como control, cada 4 años, que entenderlas como capacidad de
poder levantar iniciativas desde la vida cotidiana. El primer punto de
un proceso participado es aclarar quiénes son los que hacen la agenda de lo
público, las preguntas previas, las iniciativas,… y no solo responder a lo que
otros preguntan. En todos estos sistemas participativos “cualquiera”, desde su
vida cotidiana, se puede y debe sentir capacitado para poder iniciar un proceso
y darle seguimiento. Precisamente se trata de poder partir de la gran cantidad
de energía que se despilfarra al no dar cauce a la gente y a sus iniciativas y
capacidades. ¿Solo tienen capacidad e iniciativa los políticos o las
asociaciones? Para eso se llama a asambleas abiertas, se llama a la
participación de todo tipo de personas, iguales ante la ley, y con la
oportunidad primero de proponer y luego de controlar, de hacer seguimiento de
lo que se va acordando.
Pero hay muchos tipos de asambleas, por eso
debemos avanzar un poco más. Están las asambleas informativas donde solo
algunos manejan la información, que son los que suelen hablar en ellas, y la
mayoría asiente o se queja, pero que no se pueden considerar participativas si
cada cual no ha podido construir sus iniciativas o sus deliberaciones. Muchas
de estas asambleas (sobre todo si son masivas) son en realidad ritos
emocionales muy importantes, pero tienen poco de deliberativas o de
construcción colectiva de la acción o el conocimiento. Las asambleas para
ser participativas deben acompañarse de talleres en grupos pequeños, donde
todo el mundo pueda opinar y proponer. Bien puede ser que en el mismo momento
nos dividamos en grupos por temas o zonas, o bien que los grupos ya hayan
propuesto y debatido antes. Lo que parece más claro es que los Reglamentos de
Participación no están sirviendo para animar la participación, o tan solo para
justificar a quienes los usan (algunos partidos y lideres). Pero superar los
Reglamentos no es solo hacer asambleas, sino hacer procesos que incluyan
aportaciones de grupos y comisiones, con unos plenarios-asambleas abiertas.
¿Además, cómo se puede hacer esto por internet? Está aún en experimentación.
Lo que es nuevo en internet son las actas
trasparentes, porque en la labor de representantes y de los delegados o
portavoces siempre aparecen aspectos muy personales o subjetividades que se
mezclan con los contenidos y acaban trayendo problemas. Ejemplo: problemas de
exposición en reuniones, pues se hacen muy largas y tediosas las
particularidades que cuenta cada portavoz, como problemas de cada una de las
interpretaciones posibles de lo acordado en la asamblea o movimiento de base.
Aunque sean rotativos no se acaba de eliminar este aspecto de personalismos. El
rol de los Partidos, Asociaciones, o los Sindicatos, en las formas
participativas innovadoras quedan en un segundo plano (o desaparecen), frente a
los grupos motores de tareas concretas: Grupos de dinamización, grupos
de trabajo con temas sectoriales, o comisiones de actividades, lo cierto es que
las ideologías existentes se dejan en segundo plano (o no se muestran) y se
privilegian las tareas colectivas y concretas. Este parece un avance operativo
de los movimientos y las democracias de base, pues aunque cada cual pueda tener
su ideología o religión, de esta forma ha de ponerla al servicio de la causa
común.
Las metodologías de estos procesos son
también variadas pero tienen algunos elementos comunes que las diferencian de
las clásicas encuestas o sondeos consultivos. Buena parte de la población ha de
sentirse participe de estos procesos, y algunos sectores plenamente implicados.
Sea con técnicas de Investigación-Acción-Participativa, de Diagnóstico Rural
Participativo, Planificación Estratégica Situacional, Socio-análisis
Institucional, Co-investigación militante, Dinámica de grupos, Socio-praxis,
etc. conseguir la construcción colectiva de los auto-diagnósticos y las
devoluciones creativas es la mejor forma de ejercer la “inteligencia
colectiva”. Hay que señalar los problemas de cada una de estas metodologías
pues todas tienen que depurar efectos a veces preocupantes, pero son nuevas
formas que están desplazando con ventaja a las formas clásicas de conocimiento,
tanto las “cuanti” como las “cuali” que usan los puramente profesionales. ¿Son
experimentables en internet tal como están ahora? Sin duda hay que
readaptarlas, este es un nuevo reto de las ciencias sociales y de los propios
movimientos transformadores.
Ejemplos de problemas: ¿podemos fiarnos de
que la gente siempre tiene razón, sean como sean las asambleas? ¿O hemos de dar
paso a unos procedimientos participativos para evitar un “basismo voluntarista”
que a veces se convierte en manipulador? Si una minoría se empeña en bloquear
un consenso sin variar su argumentación, ni tratar de llegar a acuerdos
integradores, o si los técnicos aprovechan para hacerse los amos del proceso, o
si bajo un argumento “ideológico” se esconden unas influencias no tan
confesables, hay que encontrar procedimientos superadores. ¿Tiene sentido hacer
propuestas para el Estado que aún no hemos probado a escala de asambleas y de
coordinación entre movimientos? Las ciber-democracias primero deberíamos
mejorarlas entre los movimientos, incluso para ser mejores en nuestros tiempos
y espacios de relación. La coordinación de asambleas y las “redes conjuntadas”
son temas pendientes, que por ser muy recientes aún están por resolverse bien.
En este cuadro se ven algunos de estos retos y las variadas formas de
afrontarlos.
Cuadro comparativo de Sistemas-procesos
de Participación Reglamentos de
Municipios
tos
(España, otros)
|
Presupuestos
Participativos
(Latinoamérica)
|
Metodologías Participativa (España, otros)
|
Planificación Descentralizada (Kerala, otros)
|
Movimientos Indignados
(
15 M, otros)
|
Ciber- Democracias
(¿futuro?)
|
Delegación del voto, y control de electos
cada 4 años
|
Democracia participativa
Vinculante
en parte del gasto
|
Construcción colectiva de Planes y de
Programas
|
Autosuficiencia
de
comunidades descentralizadas por el Estado.
|
Democracia Real, sin miedo. Otro mundo es posible
|
¿Idea-fuerza o
sueño tecnológico?
|
Los políticos: 3er problema en encuestas
|
Cogestión de iniciativas desde la base
|
Iniciativas de
grupos desde la base social
|
Iniciativas de
comunidades de base territorial
|
Iniciativas de
la gente por su cuenta.
|
¿Conjugar el
control con las iniciativas?
|
Plenos y Reglamentos
de
participación ciudadana
|
Asambleas y
Foros de
iniciativas
|
Asambleas y Talleres participativos
|
Asambleas y
trabajo con
Representantes
|
Asambleas horizontales deliberativas, sin jefes
|
¿Cómo hacer lo
informativo, emocional y participativo?
|
Representantes electos
|
Delegados para
seguimiento
|
Portavoces del
proceso
|
Representantes
y
portavoces
|
Portavoces rotativos
|
¿Actas
Electrónicas?
|
Partidos, asociaciones,
sindicatos,…
|
Grupos motores y técnicos
|
Grupos motores y técnicos
|
Grupos voluntarios
y movimientos
|
Comisiones y
Grupos de Trabajo, sin dogmas
|
¿Ideologías Frente
a tareas concretas?
|
Encuestas y
consultas clásicas pero no implicación de la población
|
Foros, educación popular, las IAP, etc.pero
basismos voluntaristas a veces
|
Escuchas y talleres con Devoluciones creativas pero
a veces tecnificación
|
Diagnóstico Rural Participativo (DRP)pero aún
duran las corruptelas locales
|
Inteligencia colectiva, con dinámicas de grupo pero aún en experimentación
la coordinación de asambleas
|
¿Metodología de “redes conjuntadas”?
¿Problemas con lo aún no ensayado?
|
Rivalidades paralizantes.
|
Temas concretos (¿no políticos?)
|
Reversión y Desbordes creativos
|
Incluir a la oposición con “gandhismo”
|
Inclusividad y
Reversión sin violencia (99%)
|
¿Transparencia
y nuevas formas de |
En la última línea del cuadro se
contraponen las rivalidades partidistas con la inclusividad que se pretende
desde las democracias de base. Si las rivalidades electorales fuesen ante todo
de tipo ideológico todavía podrían entenderse, pero en general se perciben como
luchas por el poder de tipo personal o grupal, con intereses no confesados
claramente. Contrastan con algunos procesos de Presupuestos participativos
donde la gente dice no estar “en política” aunque estén decidiendo sobre parte
del presupuesto municipal. Las propuestas de inclusividad, sean las de
somos el 99%,
o el citar a Gandhi para forzar al Partido
del Congreso de India a apoyar la descentralización y la autosuficiencia, o las
de revertir las contradicciones de los opuestos con “desbordes creativos”, no
son estrategias ingenuas. La no violencia, por ejemplo, del 15 M es una manera
de desautorizar a las formas represivas que no permiten las formas democráticas
de debate, de protesta y propuesta.
Sabemos que no son el 99%, pero quieren ser
inclusivos y abiertos hacia esa población, frente al sectarismo habitual de la
clase política. Muestran que hay otras formas nuevas de inclusión y de
transparencia ¿por qué no son aceptadas por el sistema, si entre un 78% y un
68% dicen que se tiene razón o muestran su simpatía hacia los indignados, un
año después? Metroscopia (Lobera. 2012) nos muestra una cantidad importante de
personas que han participado, que son sin duda más que el 5% que citaba Dahrendorf
al principio de este texto sobre las mejores democracias. Con sus mismas
encuestas se da la razón y la simpatía a estos movimientos, incluso en filas
del PP y del PSOE. El desborde del bi-partidismo les llega por el sitio menos
esperado.
Como de las cuatro primeras columnas suele
haber más información (aunque Kerala sea un Estado no tan conocido), y además
se puede consultar en los libros de la bibliografía final, es preferible el
centrarnos en señalar algunas de las aportaciones de los nuevos movimientos. Se
escucha desde los movimientos indignados de Madrid, Barcelona, Valencia,
Sevilla,… pero también en los de otros países europeos o americanos que se
repite en las calles: “no somos anti-sistema, el sistema es anti-nosotros”.
Esta es la reversión y el desborde que hemos querido estudiar.
Cartografías indignadas y retos de los
conjuntos de acción.
A principios del año 2012 el Grupo de
Análisis de Sol ha hecho un “sociograma de actores” y otros estudios de
auto-diagnóstico del propio movimiento. Entre los meses de marzo a mayo también
he podido hacer esta técnica (“cartografía de conjuntos de acción”, prefiero
llamarla) en Barcelona, Valencia Granada, y las Asambleas de la Sierra Norte de
Madrid, y en varios talleres en las Jornadas “Repensando el 15M”, “Tejiendo
Redes” (Valsaín) o el “Foro Social” en Madrid. El resultado comparativo de
estas “radiografías participativas” muestra algunas similitudes redundantes y
algunos problemas no resueltos y con amplia discusión en los movimientos
sociales actuales en nuestra convulsa situación socio-política. (Ver los
elementos de esta herramienta en el nº anterior de El Viejo Topo, junio 2012, o
algunos de los resultados en las Jornadas que se citan en www.redcimas.org)
En todos estos ejercicios aparece la situación
muy polarizada en dos conjuntos de acción muy enfrentados, si bien se aprecian
algunos elementos sueltos intermedios (que solo en algunos casos llegan a
configurar un tercer conjunto de acción). El conjunto de acción “afín” al 15 M
es de tipo ciudadanista claramente, aglutinando a sectores de trabajadores y
precaria/os, y con una variedad de grupos y sectores, que a veces incluye
grupos y sindicatos enteros y a veces diferencia entre las bases y las
direcciones (que deja fuera). En frente aparece entre los ricos y con sectores
trabajadores un conjunto de acción “opuesto” (de tipo más gestionista o
populista según cartografías) y nucleado por la banca, el gobierno y algunos medios
de extrema derecha. Esta regularidad en tantas cartografías-radiografías no
hace sino confirmar la impresión de que la contestación real a los poderes
que han generado la crisis está protagonizada desde la calle y desde estos
movimientos por las democracias alternativas.
Pero hay retos no resueltos en estos
auto-análisis de los propios movimientos. Para empezar por los movimientos, no
está clara la frontera del propio 15 M. Hay quién sitúa el límite con la
exclusión de todas las organizaciones formales al 15 M; hay quién incluye a los
sindicatos minoritarios y otras organizaciones radicales, dejando fuera a los
sindicatos mayoritarios; y hay quién incluye a las bases de todos los
sindicatos y partidos de izquierdas, a asociaciones de perfil progresista, etc.
Es como si dibujasen dos conjuntos más o menos concéntricos, en que en el
interior habría una serie de grupos propiamente 15 M, y en el conjunto más
externo una serie de organizaciones y sobre todo bases de movimientos que están
de forma diferente a lo que se considera la militancia más afín. No se aprecian
conflictos fuertes en el interior de estos conjuntos, si bien aparecen
tensiones por apropiarse que es lo verdaderamente 15 M y qué no lo es según
algunos.
Sin duda las mareas (verdes,
blancas, azules, etc.) por la educación pública, por la salud, contra la
privatización del agua, y los movimientos contra las hipotecas, y otros
semejantes han desbordado este tipo de discusiones sobre quién es y quién no
es. La contaminación positiva de estos movimientos por las formas democráticas
de base ha sido uno de los grandes saltos de este último año, y ha hecho que la
opinión pública aprecie cada vez más estas luchas y algunos de sus resultados,
el que se hayan parado numerosos desahucios, que la Comunidad de Madrid haya
suspendido la venta del Canal de Isabel II, etc. Aunque siempre queda alguna
asamblea que este año se ha reducido a debatir sus fronteras y tratar de
apropiarse (con ritmos militantes) de la exclusividad del mensaje. Pero la
mayoría de las asambleas tratan de ser lo más inclusivas posible y de que se
impulsen todo tipo de movimientos en su entorno. Es más, un verdadero caos de
todo tipo de convocatorias se superpone en muchas ciudades, sin apenas
coordinación, de forma que es imposible la definición o identidad única de
estos movimientos indignados.
En medio de los conjuntos polarizados y
contrapuestos aparecen en estas cartografías una serie de sectores sociales que
están ajenos o alejados de ambos conjuntos. Se señalan por ejemplo a los inmigrantes
(solo vinculados a organizaciones de apoyo, o en algunos casos al movimiento
contra las hipotecas), o a otros grupos precarios que no tienen “puentes”
suficientes con estos movimientos democráticos. Seguramente es por no estar
acostumbrados, o tener miedo a las movilizaciones, estar asustados por los
medios de comunicación o tal vez por no ver salidas institucionales que les den
alguna seguridad. Hay sin duda mucha gente que estas formas de las democracias
participativas de base les suenan muy utópicas, y quisieran ver más resultados
tangibles para involucrarse en las movilizaciones. Para temas muy concretos que
les afecten personalmente se involucran, pero no para debatir una alternativa
general al sistema.
Los datos de Metroscopia pueden ser una
referencia (El País, 20-5): El 78% dice que los movimientos “tienen razón” y el
68% muestra “más bien simpatía”, que no es poco. El 15 M es el punto de
referencia “por más democracia” de los varios sectores de la indignación,
es una articulación que funciona como referente sin cabeza pero con capacidad
de convocatoria en ciertos momentos. Según el director de esta investigación J.
Lobera: “La amplia mayoría quiere que continúe y cree que básicamente tienen
razón. Son tres veces más que quienes han asistido a alguna de sus
concentraciones y ocho veces más que quienes han participado en algunas de sus
asambleas”. Si son ciertos estos datos casi una cuarta parte habría acudido a
alguna concentración y un 8% de activistas estaría en las asambleas, lo cual es
muchísimo para cualquier organización.
En estas cartografías de conjuntos de
acción el lugar de los medios de difusión queda distante de la afinidad con el
15 M (salvo los medios propios, o cercanos como Diagonal o revistas como El
Viejo Topo y otras semejantes, y habiendo desaparecido Público de los kioscos).
Pero aparecen las diferencias y enfrentamientos entre El País, la Sexta, etc.
con otros medios más conservadores, lo cual hace que el conjunto donde se mueve
el bipartidismo aparezca con unas contradicciones internas significativas. Sea
por oportunismo para captar al público que está dejando de leer la prensa
escrita, sea por mantener sus puestos de trabajo con informaciones veraces, sea
por estrategias de enfrentar al gobierno actual, algunos medios juegan un papel
de cierta importancia para un público medio no muy comprometido y muy
expectante. El estilo de “inclusividad” (somos el 99%) y de “reversión” (grabar
la no violencia propia y la violencia ajena) de estos movimientos democráticos
y abiertos ha sabido transmitir opiniones favorables de buena parte de la
sociedad.
Las asambleas y el uso de la
ciber-democracia.
Los aspectos nuevos de las asambleas
democráticas están en incluir la propia vida cotidiana y no solo hablar del
poder o de la política convencional. Frente a la fragmentación de la vida por
el sistema de consumo, por las ideologías o religiones, etc. las asambleas se
han configurado como un punto de encuentro más allá de muchas de estas
diferencias. Cada cual puede llegar con su iniciativa particular y sabe
que será escuchado, que si se ven posibilidades se puede buscar un cauce para
poner en marcha la iniciativa, que es un lugar para coordinarse con las otras
personas con las que se puede sintonizar. Y ya hemos visto que el tema de dónde
salen las iniciativas es central para cualquier democracia que sea real.
Además los cuidados y las formas de
escuchar y de debatir son fundamentales en estas nuevas asambleas. Se ha
primado lo emocional, lo comunicativo, el respeto a las personas, también la
paciencia, frente a las asambleas rápidas y dirigidas (donde solo hablan algunos,
y se toman las decisiones por votación mayoritaria). El cuidado de las
formas se ha vuelto una política de lo cotidiano, no una mera cuestión
formal. La atención a los pequeños detalles para que la gente se sienta a
gusto, acogida, aunque acabe de llegar, es un rasgo distintivo que nos abre un
estilo muy diferente de los habituales en partidos, sindicatos y asociaciones
tradicionales. Y la gente lo sabe apreciar, sabe ver que esta política es otra
cosa, no es la política de los políticos cuasi-profesionales. Las actividades
con humor, con fiestas, las músicas o las pancartas de tipo personal,
contrastan con las formas envejecidas de cabeceras de manifestaciones con las
casi autoridades, las banderas partidistas, etc.
En muchas asambleas además de apoyar
movimientos y “mareas” frente al sistema, también se están organizando grupos
de consumo colectivo responsable, huertos comunitarios, bancos de tiempo o
trueque, uso ecológico de energías o trasporte compartido, etc. La influencia
de los grupos feministas y ecologistas, las “cooperativas integrales”, los
“centros sociales ocupados”, o los “pueblos en transición”, empiezan a ser
referentes para otras prácticas en paralelo del sistema actual de
consumo-producción. Desde luego se trata de experiencias muy minoritarias en
las que apenas algunas personas participan, pero se aprovecha el buen ambiente
que se va creando para que la difusión de las posiciones alternativas de
producción y de vida sea más rápida. Es una de las “almas” (C. Taibo) más
concienciadas de estos movimientos, pero de alguna forma va llegando a las
demás “almas” de esta “confederación de identidades” que configuran estos
movimientos de base.
Estos espacios y zonas de autonomía,
de auto-organización, son un ejercicio de democracias que solo se hacían en
escalas muy reducidas hasta ahora. Se han conseguido ir generalizando hasta la
mayor parte de las asambleas, en numerosos barrios, pueblos y sectores de
nuestra geografía como lo más natural, y sin duda aún queda mucho tiempo para
que se mejoren y se perfeccionen con el uso. Muchas asambleas se están
preocupando con la formación, pues nos vamos dando cuenta que no basta con la
buena voluntad, sino que esto de las democracias de base tiene sus dificultades
y sus experiencias de las que aprender. No basta con proclamar que ya no hay
jefes, que hay rotación de portavoces, etc. pues hay viejas costumbres de
liderazgos que no dejan paso a los nuevos liderazgos compartidos. La transición
en las formas requiere de una experimentación propia y un intercambio de
experiencias que es lento, y que requiere que se vayan depurando de la forma
más democrática posible.
La propia influencia de internet y de la
llamada “comunicación viral” que han supuesto las redes sociales, es algo que
también hay que evaluar en sus contenidos democráticos. No solo porque hayan
sido útiles estas redes hay que tenerla en cuenta, sino porque también pueden
ser un instrumento de democratización o de elitismo según como sean usadas. No
todo el mundo tiene acceso fácil a estas redes ni costumbre de usarlas (la
“brecha digital” es más amplia de lo que parece), pero sobre todo algunos
grupos que las controlan más, lanzan campañas que no han sido consensuadas y
tal proliferación genera un caos de propuestas que solo son capaces de
seguir los más militantes. Esto nos debe llevar a una reflexión sobre la
ciber-democracia y sus usos tanto en los propios movimientos como en las
propuestas que se están haciendo hacia formas ciber-democráticas que sustituyan
a las actuales formas electorales. Las redes de Internet han demostrado ser muy
buenos medios de difusión, como alternativas a los medios controlados por las
grandes empresas del sistema. Incluso generan información que luego puede ser
recogida en ocasiones, y difundida, por algunos medios más masivos. De esta
forma en torno a un cuarto y un tercio de la población puede estar en red con
informaciones alternativas, y se puede llegar a los otros dos tercios o tres cuartos
con algunas informaciones concretas. Pero no es bueno que se confunda el medio
o herramienta con los contenidos que difunde, como que todo lo que se ve
circular ya de por si es alternativo o democráticamente construido. La
credibilidad de las imágenes grabadas directamente, y las fuentes no oficiales
ni pagadas, dan un sello que hace que se difundan mejor muchas informaciones.
Pero sería mejor que se puedan contrastar con algún proceso deliberativo y
democrático tantas informaciones que circulan. De hecho esta es la
tendencia que ya se viene dando, criticando algunas de las iniciativas que
circulan en los movimientos.
Las iniciativas que
circulan en internet siguen siendo más de grupos o personas particulares que de
asambleas de base. No se ha conseguido que los debates e iniciativas de
asambleas se encuentren en algún ciber-espacio donde se puedan articular entre
sí, formar agrupaciones que puedan tener una repercusión mayor. Para construir
una buena ciber-democracia se debería poder aprender a manejar estos
instrumentos entre las asambleas, de forma que las Actas y los consensos
vayan más allá de cada asamblea de base. Es bueno que cada asamblea vaya a su
ritmo y con sus acuerdos propios, pero vemos que las coordinaciones, ni por
portavoces ni por internet, estén avanzando en formas muy democráticas y
ágiles. Es un reto que aún se ha de superar con propuestas integradoras, al
menos para los grandes eventos del año.
.
Por la experiencia habida,
no se debería perder la riqueza de las asambleas de base, tal como se
han ido constituyendo. Las aportaciones por internet y la toma de decisiones
por medios electrónicos pueden ser formas complementarias, pero no deben
sustituir a lo que ya funciona de los procesos deliberativos cara a cara, que
ganan mucho en aspectos emocionales, debates complejos y con matices, y
compromisos personales y colectivos. Hay que facilitar todo tipo de
iniciativas, y por eso estas pueden llegar tanto por internet como de forma
presencial, pero en algún lugar y tiempo se deberán debatir con razones y
contra-argumentos y lo más habitual hoy es hacerlo en persona para llegar a
acuerdos más fácilmente (también con los cuidados de lo emocional, que cara a
cara se facilitan). Y una vez los acuerdos puestos en actas se pueden colgar en
la red y sumar propuestas y pasar a debatir las diferencias. Pero para
concretar en grupos de trabajo y propuestas se puede trabajar en grupos y luego
difundir por internet. Cada herramienta tiene sus ventajas y defectos, no
sirven para todo, y por eso hay que avanzar en la comprensión de cada una.
Las nuevas democracias de base, que se
extienden por todo el mundo en diversas modalidades, tienen mucho que enseñar a
las democracias electorales hasta ahora conocidas, también ponen retos al uso
de las nuevas tecnologías y redes sociales, y aún deben aprender ellas mismas
unas de otras. No estamos más que en el principio de una nueva era de formas de
democracias más reales, no tan formalistas y/o elitistas como las
representativas actuales. Esta idea-fuerza está calando en muchas partes y se
ven avances reales en su funcionamiento, por eso no hay razón para mirar con
recelo lo que experimentan las generaciones más jóvenes, sino tener más bien la
ilusión de que nos puedan enseñar en la construcción colectiva que se está
iniciando.
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